Valle de Santa: Coolies Chinos

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En general, no se tiene una cifra exacta de los chinos que llegaron al país, existe una larga discusión sobre la cantidad de estos trabajadores que habrían arribado al Perú desde 1840 hasta después de la guerra con Chile.

COLONOS CHINOS EN EL VALLE DE SANTA

Un 15 de octubre de 1849, un mes antes de que se promulgara la ley de inmigración, la embarcación danesa “Federico Guillermo” anclaba en el Puerto del Callao con 75 colonos chinos traídos por los socios peruanos Domingo Elías y Juan Rodríguez; después de un penoso viaje de 120 días llegaban a nuestro país como mano de obra para reemplazar a los recien liberados esclavos negros.

Según los estudiosos del fenómeno inmigratorio oriental, la importación de los coolies chinos se realizaría hasta el año 1,900 (Humberto Rodríguez Pastor y Watt Steward), prohibida su importación en 1,974 continuaría pero con ciertas restricciones oficiales, sin embargo ingresarían un aproximado de 150,000 chinos coolies.

Una vez en el Perú, fueron internados a las haciendas costeñas para los trabajos de cultivo de caña de azúcar, algodón y al pastoreo. Otros serían conducidos a las islas para las labores de extracción del guano de isla.

Según la Ley de Inmigración “Ley China” cada coolie debería de trabajar durante ocho años para su patrón y a cambio recibiría un jornal de un peso semanal, una libra y media de arroz además de una porción de carne o pescado; alimentos que tenían que prepararselos durante la hora otorgada para esta labor doméstica y anualmente recibían una frazada y dos vestidos.

No tenían derecho al descanso dominical y generalmente eran abusados físicamente y en otros casos encarcelados por los hacendados. Para escapar a dichos sufrimientos recurrían al opio y en otros casos al suicidio; pocas veces se rebelaron. Salvo es el caso más resaltante de la rebelión de “Los caras pintadas” de Pativilca y Huarmey.

Transcurridos los ocho años, muchos quedaron “enganchados” a la hacienda por sus “deudas” a los tambos o por las “horas perdidas”. Otros ya trabajaban como peones libres y pocos se dedicaron a la labor de “enganchadores” de sus propios paisanos para los trabajos en las haciendas, y asi obtenian dinero y fortuna con el sufrimiento de sus paisanos.

Finalmente otro grupo de ellos, con los dineros ahorrados se dedicarían al arriendo de terrenos para el cultivo y en otros casos se dedicaron al negocio y al comercio de alimentos y opio é incluso a proveer de pareja – mujeres del ande – para las necesidades carnales de los orientales.

Este inhumano trato terminaría abrúptamente durante el nefasto episodio de la agresión chilena al Perú (1879 – 1883 ), muchos de los coolies se sumarían a las tropas invasoras, atacando con cruel ferocidad a las tropas nacionales, destruyendo haciendas y como informantes del enemigo; incluso llegarían al extremo de rendir culto al criminal Coronel Chileno Patricio Lynch a quién llamarían “El Príncipe Rojo” (Tomás Caivano -1979).

El fértil Valle del Santa con sus florecientes haciendas, modernos ferrocarriles, una bien equipada industria de agro-exportación, un activo puerto comercial como era el de Santa y el aún pequeño poblado de Santa, no pudieron estar al margen de este fenómeno inmigratorio de los orientales; por la necesidad de la urgente mano de obra para el trabajo agrícola (en 1,857 Dionisio Derteano, hacendado santeño había dado libertad a sus 63 esclavos negros a cambio de 18,900 pesos, o 300 pesos cada uno) en los campos de cultivo de caña de azúcar y algodón; así los hacendados santeños adquirieron un considerable número de coolies.

En un informe publicado en El Peruano el 12 de setiembre de 1870, se observa que en algunas haciendas y fundos del Valle existían trabajadores coolies: Hacienda La Rinconada, el Puente y Palo Seco, contaban con 151 chinos; Fundo Huamanchacate tenía 11 chinos; La hacienda San Bartolomé poseía 128 chinos y en el poblado de Santa residían 92 chinos, 76 de ellos ya eran libres.

Un 13 de setiembre de 1880, las tropas chilenas al mando del coronel Patricio Lynch, destruirían por completo el moderno ingenio de la Hacienda “Palo Seco” (Hoy Tambo Real Histórico) propiedad del influyente hacendado Dionisio Derteano; allí se procesaba caña de azúcar, arroz, ron, etc.; todo en modernas maquinarias europeas de última generación; animales de línea y pura sangre, plantas frutales y una hermosa casa hacienda.

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Chimbote, al norte del Perú, el lugar donde la expedición Lynch desembarcó con 6 buques. Imagen: Acuarelas del teniente británico Rudolph de Lisle

En esta nefasta acción, los chilenos encontrarían un galpón con 200 chinos coolies a quienes dejarían el libertad; estos asiáticos se dedicarían al pillaje de lo poco que dejaron los chilenos, destruyeron la cárcel de la hacienda y ellos mismos atizaban el fuego con los restos de la maquinaria y las instalaciones que aún quedaban en pie. (comandante germano-chileno Stuven)*

Es muy probable que después de este episodio, la hacienda seguiría operando con sus tres anexos o sectores; La Rinconada, El Puente y San Dionisio, hasta que Derteano vendería años después sus propiedades a otros hacendados.

Se siguió empleando la mano de obra de los coolies muchos de ellos al fallecer recibían sepultura en las faldas de la “Huaca Choloque”, conocida también como “Huaca China” aún podemos encontrar restos de aquellos orientales en el perímetro de esta Huaca.

Como se ha mencionado líneas arriba, en el censo de 1870, ya existían 92 chinos en el poblado Santa, 76 de ellos ya eran libres, dedicados a la agricultura y en mayor número al comercio, fundamentalmente de víveres y otros enseres. No faltaba el conocido personaje “Chino de la esquina” por la costumbre oriental de poseer sus bodegas de preferencia en las esquinas del pueblo, hasta pasada gran parte del siglo XX en Santa existieron familias chinas tales como: Yong, Ching, Yap, Lee y la familia Sing.

Estos últimos descendientes del oriental Don Marco Sing Wang, llegado al Perú probablemente a fines del siglo XIX, se instalaría en una hacienda cercana del Valle y posteriormente pasaría a Santa en dónde instalaría una bodega y una panaderia, negocios que le otorgarían prosperidad económica. Con estas ganancias realizaría mas adelante hasta dos viajes a su tierra de origen para visitar a sus familiares.

Casado con una dama macatina, dejaría una numerosa prole, cuyos descendientes aún residen en nuestra ciudad, muchos de ellos profesionales, otros dedicados a los negocios, al arte (Esteban Sing) y en el caso de Marco Sing Balta ocuparía importantes niveles en la política local y en la comuna distrital.

Junto a los mencionados, residen en nuestra ciudad las familias Ching y Chung, de igual forma cabe mencionar aquí al señor Enrique Lee que fue administrador del ex fundo “Primavera”.

Santa al igual que muchos pueblos costeños, recibieron a los chinos en condiciones de semi esclavos, abusados explotados y sometidos a innumerables castigos por capataces y hacendados de aquellos tiempos, pero supieron salir de esas pésimas condiciones de vida, progresaron económica y socialmente y se quedaron entre nosotros para aportar culturalmente a las costumbres santeñas y sus importantes conocimientos agrícolas.

*Comandante responsable de la voladura del ingenio “Palo Seco”
Texto : Lic. Ed. Efren Rebaza Custodio
 
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